🕯️ Una receta danesa para la paz interior

Reflexiones desde la charla sobre felicidad y hygge con Romina Deltin y Marc Skjodt Pedersen 📅 Domingo 13 de julio

Ayer viví una experiencia muy buena: una charla serena, auténtica y profundamente humana sobre la felicidad y el hygge en Dinamarca, facilitada por Romina Deltin y Marc Skjodt Pedersen. Ambos se tomaron el tiempo de contarnos no solo qué significa esa palabra impronunciable, sino cómo se construye colectivamente ese bienestar cotidiano que tanto admiramos. Su calidez, paciencia y claridad conmovieron a todos los presentes.

Usaron una metáfora de círculos concéntricos para explicar qué sostiene la percepción de felicidad danesa. Comenzaron desde el círculo más externo —las estructuras que rodean al individuo— y fueron avanzando hacia lo íntimo. Esa progresión fue, en sí misma, una enseñanza.

🏛️ 1. El círculo externo: políticas públicas que sostienen la tranquilidad interior

Romina y Marc hablaron con claridad sobre los pilares estructurales del bienestar danés: altos impuestos que no son vistos como una carga, sino como una inversión comunitaria. Nos compartieron cómo la educación gratuita, la calidad del sistema de salud, el subsidio de desempleo y las licencias por maternidad/paternidad no solo resuelven necesidades básicas, sino que permiten a las personas vivir con menor ansiedad, con más tiempo, y con la sensación de que su vida no está a la deriva. Esa base sólida les da el permiso interno para disfrutar de los detalles.

Lo interesante es que este tipo de políticas no se limita a la eficiencia estatal, sino que responde a una visión colectiva del bienestar. La confianza en las instituciones, cultivada durante generaciones, no se impone desde arriba, sino que se ha nutrido desde abajo con participación cívica, transparencia y cohesión social. Estudios como el World Happiness Report apuntan que los países con mayor equidad, seguridad y confianza institucional suelen reportar mayores niveles de felicidad sostenida. El caso danés no es utópico: es un ejemplo de cómo una sociedad puede decidir redistribuir el riesgo y garantizar a todos, desde el diseño, el derecho a una vida vivible.

🏡 2. El círculo intermedio: cultura, comportamiento y la ética de la vida común

En el segundo anillo nos hablaron de la cultura danesa como tejido invisible que sostiene el día a día. Compartieron ejemplos preciosos: colonias urbanas donde varias familias deciden vivir cerca para cuidarse mutuamente; la práctica de no apropiarse de objetos perdidos, sino dejarlos a la vista para que el dueño los recupere; o los avisos vecinales anticipando fiestas con disculpas preventivas y apertura al diálogo. Todo eso transmite un mensaje claro: la paz colectiva es responsabilidad de todos.

Aquí es donde entró en juego la Ley de Jante, esa lista no escrita de 10 principios que desalientan sobresalir, presumir o sentirse más importante que los demás. Aunque suene áspera al traducirse, la intención es otra: proteger la armonía del grupo, evitar que el ego rompa el equilibrio social. Marc incluso mostró su incomodidad por tomarse una foto “al frente” del grupo, prefiriendo quedarse al lado o al fondo, reflejando esa ética. Más adelante, también compartieron la Anti-Jante Loven, una especie de contrapeso contemporáneo que promueve la autenticidad y la expresión del ser, como si el nuevo desafío fuera brillar sin romper el tejido común. Esa tensión entre humildad y autoafirmación resonó profundamente en mí.

🌿 ¿Qué es hygge?

No es una teoría compleja. Es una práctica cotidiana. Es crear espacios de seguridad, calidez y disfrute simple. Es una bebida caliente, una luz tenue, una charla sincera, una tarde en casa sin pantallas, un momento sin pretensiones.

Romina y Marc compartieron una gráfica con lo que los daneses asocian más con el hygge: velas, chimeneas, juegos de mesa, música, dulces, libros… y muy al final: Facebook (lo cual me pareció muy honesto y gracioso 😄).

Lo que más me marcó fue una frase clave del cierre:

“Hygge también es crear tradiciones.” Cosas simples como almorzar el primer sábado de cada mes con tu familia, o hacer una caminata sin celular una vez al mes. Eso me lo llevo para siempre.


💭 Algunas reflexiones personales


🙏 Agradecimientos

Gracias de corazón a Romina Deltin y Marc Skjodt Pedersen por compartir no solo ideas, sino calidez verdadera. Y un agradecimiento muy especial a Raúl Munguía Melgar, fundador de Educaser, por crear estos espacios de reflexión profunda y crecimiento personal en comunidad.

📜 Anexo personal: Kierkegaard, el otro danés que siempre traigo conmigo

No podía cerrar esta reflexión sobre Dinamarca sin mencionar a alguien que, aunque no estuvo en la charla, siempre está presente en mi forma de pensar: Søren Kierkegaard. Lo cito mucho —especialmente cuando analizo letras de canciones— porque me gusta cómo piensa: sin adornos, sin escapatorias fáciles. Fue uno de los primeros filósofos que me hizo sentir que incomodarse también puede ser una forma de vivir con verdad.

Mientras escuchaba hablar de hygge —esa búsqueda danesa de confort, luz tenue, comunidad y calma—, no pude evitar pensar en cómo contrasta con lo que Kierkegaard advertía: que muchas veces ese confort puede ser un refugio donde uno se olvida de sí mismo. En su obra La enfermedad mortal, dice que la desesperación no es siempre gritar o sufrir; a veces es vivir distraído de tu verdadero yo, sin ni siquiera darte cuenta.

Y eso me quedó rondando. Porque quizás la felicidad no se trata solo de sentirse cómodo, sino también de hacerse preguntas difíciles. Tal vez el verdadero hygge no es solo quedarse en casa con una bebida caliente, sino tener también el coraje de sentarse con uno mismo sin huirle al silencio. Me gusta pensar que hay un punto de encuentro: el hygge como espacio de reposo, y Kierkegaard como llamada interior. Uno te abraza, el otro te despierta.

“La puerta de la felicidad se abre hacia afuera, hay que retirarse un poco para poder abrirla.” – Søren Kierkegaard